El barrio almeriense de El Puche es un suburbio marginal tan estrechamente ligado a la frontera norte-sur que bien podría considerarse una frontera en sí mismo; la clase de lugar donde el residente irregular puede mantener un perfil discreto e ir tirando en espera de tiempos mejores. Un barrio, en otras palabras, eminentemente pobre, medio desvencijado, asolado por un parco sentido de pertenencia y la infinita desidia gubernamental. Con todo, sé por experiencia que la pobreza marginal, aparte de la lacra social o el constante sinvivir que pueda llegar a ser, sirve también a menudo de abono para un florido jardín humano deseoso de ver reforzada su identidad. Con esa idea en mente, y sin dejar de lado el fotoperiodismo, comencé aquí hace años un proyecto, aún en marcha, inspirado en otro palo fotográfico casi tan antiguo como la fotografía misma: el oficio de retratista callejero. 

El retrato consiste también en documentar, pero la imagen adquiere en este caso otra dimensión al ser adquirida por el sujeto, reconocida de hecho como un buen momento de su vida digno de perdurar. El comercio de la imagen a pie de calle (o la competencia feroz entre la imagen impresa en papel y la dichosa foto de móvil) se enmarca además en el febril trapicheo con todo tipo de mercancía que define la economía de este barrio, y en el consiguiente efecto sobre una juventud tendente al fracaso escolar y a explorar su vena creativa antes de acabar o no en cualquier otra cosa. Para resumir, la intención de este proyecto es tratar de generar cámara en mano una oferta cultural que haga por relegar la pobreza a un segundo plano en favor de la autoestima.

El Puche, Almería. Mercado dominical.

El Puche, Almería. Mercado dominical.

El Puche, Almería. Un niño examina su propia imagen impresa en papel.

El Puche, Almería. Emil, 2014-2021. Desde su llegada hasta la actualidad, El Puche ha supuesto para Emil, un hombre gitano de Budapest, contener por fin su vida errante.

El Puche, Almería. Retratos 2012-2021.