SIN POSTALES DE BERLÍN

De la galería de fotografía callejera que sigue a este texto ne de decir que la primera imagen es ya historia. El resto ilustra el retorno fugaz a un escenario de Berlín donde viví hace ya tiempo. Pero la primera, el hombre frente al gran mural con los relojes, es una foto de otro tiempo.

Éramos más jóvenes por aquel entonces, almas azules que celebraban el supuesto final todos de los muros imaginando su espacio vital como una Avalon bendecida por la fruta perenne del arte. Pero aparte de celebración, aquel arte, y especialmente el callejero, inspiraba asimismo precaución. De hecho, esos eran también los días en que la idea Berlin como ‘flamante capital de la Alemania reunificada’ comenzaba a minar el movimiento alternativo de la ciudad como una mala gripe. En este sentido, pocas muestras de arte callejero influían en nuestra rutina como el gigantesco mural de Blu en una pared al final de la Cuvrystrasse, en el barrio de Kreuzberg, una figura antropomórfica descabezada, esposada por la tiranía de la jornada laboral de 8 a 3.  

Contento de estar de vuelta, el viejo escenario veraniego parece inmutable: las eternas calles adoquinadas y lámparas de gas, o los majestuosos árboles acompañando la pasión local por el ocio al aire libre cerca del agua. No toma mucho tiempo, sin embargo, caer en la cuenta de como, en el transcurso de una década, esta legendaria reserva libertaria ha sido reciclada en un vulgar parque temático saturado con hordas de turistas quasiadolescentes, traficantes de droga, policía secreta y vecinos amargados por el ambiente y por el riesgo latente de gentrificación. Huelga decir que en un entorno tal, la figura del fotógrafo tiende a percibirse como una molestia, por no decir como resorte para reacciones hostiles que, dicho sea de paso, siguen el mezquino trending topic ‘muerte de la fotografía callejera’. Resulta lógico pensar que tal depresión cultural motivara en un momento dado a Blu para cubrir su icónico mural de la Cuvrystrasse con pintura negra, tal y como aparece en la actualidad. 

De pie frente a tal magnífica representación del vacío, ningún signo en rededor sugiere la mera existencia del arte. A mi izquierda, hacia el norte, el imparable proceso de privatización de la ribera del Spree. A mi derecha, la Schlesisches Strasse, animada por cúmulos de turistas aguardando la siguiente juerga cerveza en mano. El magnético neón azul del Lido, en la esquina con la Cuvry, guía la vista a un graffiti más al fondo, en lo alto de un tejado, cuyo texto se antoja a tono con esta ciudad tan hecha ya a tanto bregar contra viento y marea: “Fick euch alle”. ©flc54

Un hombre posa frente a una obra del muralista de Blu en Kreuzberg, el que fuera el barrio más progresivo de la ciudad, poco antes de que la pintura fuera borrada por el propio artista,

Dos vecinos de Kreuzberg observan su Görlitzerpark atestado de turistas una hermosa tarde de verano.

Una pareja de turistas echa una cabezada en un parque de Mitte.

Jugador de frisbee en Görlitzerpark.

Terraza de bar en Sonnenallee, una avenida en el barrio obrero de Neuköln.

Un vecino de Kreuzberg.

Joven adolescente en Kreuzberg.

Activista de izquierdas en Kreuzberg.

Festival en Kreuzberg.

Reunión en un solar ocupado por artistas en Kreuzberg.

Atardecer sobre el Landwerhkanal.

Una mujer da la bienvenida a sus invitados a un picnic junto al Ladwerhkanal.

La soprano de coloratura Anna Prohaska sobre un escenario flotante en el río Spree. 

Asistente a un concierto de música clásica al aire libre en Kreuzberg.

Transeúnte en Neuköln.

Refugiado subsahariano y traficante de marihuana en Görlitzerpark.

Una persona sin hogar en Kreuzberg.

Una mujer sin hogar en la estación de metro de Alexanderplatz.

Día de invierno en Alexanderplatz.

Obra del muralista Blu en Kreuzberg tras haber sido cubierta de pintura negra por el propio artista. ©flc54

 

 

 

 

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